sábado, 22 de mayo de 2021

La pasión española de Maya Plisétskaya

Maya Plisétskaya (20 de noviembre de 1925 - 2 de mayo de 2015) fue una de las máximas bailarinas de ballet ruso del Teatro Bolshói, a la cual se le otorgó el título de prima ballerina assoluta. Destacó por haber sido la mejor de su época en papeles como El lago de los cisnes, Don Quijote, Carmen Suite (ballet hecho para ella con música de su esposo Rodión Shchedrín) y la pieza musical La muerte del cisne. De 1987 a 1990 fue directora de la Compañía Nacional de Danza de España. Plisétskaya luchó por recuperar el patrimonio perdido de la danza académica española. La relación de Maya con nuestro país comienza en 1941, cuando participa en su primer ballet de tema español: el Grand Pas de Paquita. En 1950 interpreta Don Quijote. Desde entonces se mostró gran amante de la cultura española.




 En muchas de sus declaraciones y memorias confesó su admiración por España:

"España fue mi ilusión desde la infancia. El primer disco que escuché en mi vida fue «Carmen»; lo oí en un rompehielos que nos llevaba al lugar donde trabajaba mi padre. Yo tenía entonces siete años".

"...quiero tanto a España. Desde niña es así. En la escuela estudiábamos todo tipo de danzas no clásicas. Y para mí la mejor era la española. Lo demás era como infantil. Lo español ha estado siempre ahí. He bailado los mejores papeles, Don Quijote, Laurencia, Carmen y Shchedrin, mi marido, escribió una música para mí, un homenaje a Albéniz. Y ahí estaba España otra vez."

"Son tan buenos bailarines los españoles, y se tienen que ir fuera, porque si no ¿qué hacen? Tienen buenas piernas, buenas formas. Los japoneses no tienen nada y, sin embargo, tienen un ballet magnífico. ¡Qué injusticia!".

Cuando interpretó por primera vez el papel de Carmen en Madrid, estaba tan nerviosa que pidió que le dieran un calmante, algo que no había hecho nunca. “Pero cuando al final de la presentación la sala de Madrid se puso de pie y gritó ‘¡olé!’, mis ojos se llenaron de lágrimas”, escribió en sus memorias.

"¿De dónde me viene a mí esta pasión por España y por todo lo español: el flamenco, los toros, la flor que las mujeres llevan en el pelo, las mantillas...? No hay una respuesta clara. Pero tengo una complicidad mística con todo eso…"

"Mi amor hacia España está bien descrito en mi autobiografía, 'Yo, Maya Plisetskaya' (publicada en 1994 en Rusia y traducida al español en 2006), y espero que todo el mundo haya percibido que realmente amo este país. Es hermoso y todo lo español me gusta, el sabor a España me gusta".

"Empecé a cansarme. No puedo pasar más tiempo sola, sin Schedrín. Hablar por teléfono no es suficiente. La vida me dicta que me separe de España... Pero, ¡me duele tanto dejarla! Es mi país. ¡Es mi Carmen!".

Una anécdota que contó:

Cuando en Madrid, en el año 1988, bailó su «María Estuardo»: "la severa duquesa de Alba vino a mi camerino con una orquídea de dimensiones inusuales y me dijo secamente: Señora, María Estuardo es de mi linaje, y si usted se hubiera contentado con unos giros, unas piruetas, la habría llevado a juicio para que prohibieran esos experimentos frívolos, pero me ha llegado al alma, es tan trágico y hermoso"…

De España recibió la Medalla de Oro de las Bellas Artes, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y la Orden de Isabel la Católica.

Solicitó la nacionalidad española en 1991 recibiéndola en 1993.

martes, 2 de marzo de 2021

Pablo de Sarasate y Rusia


Pablo de Sarasate (Pamplona, España, 10 de marzo de 1844 – Biarriz, Francia, 20 de septiembre de 1908), conocido como Pablo de Sarasate, fue un virtuoso del violín y compositor español. Fue admirado y aclamado en todo el mundo. Su prestigio universal como concertista quedó de manifiesto, por ejemplo, al ser recogida una de sus actuaciones en el St James's Hall de Londres por Arthur Conan Doyle, quien en su relato La liga de los pelirrojos hace que Sherlock Holmes posponga sus investigaciones en el caso para ir a escuchar a Sarasate, como buen aficionado al instrumento.




Fueron constantes sus giras por Rusia, donde logró éxitos importantes tanto en San Petersburgo como en Moscú. En sus giras llegó a ciudades como Nijni-Novgorod y Smolensko, pasando por Kiev y Odessa, lo que es un reflejo de su popularidad, ya que este tipo de tournées solamente se montaban para artistas de primerísima fila. Desde su primera visita en 1879 –por cierto, con los rigores más extremos del invierno ruso– hasta la última en 1905, el violinista acudió con alguna frecuencia al país de los zares. De las Canciones rusas, op. 49 su autor nos cuenta, en carta de mayo de 1903 que “es una Fantasía Rusa que he escrito este invierno en el país de las nieves; me están copiando las partes en París y me las mandarán con la partitura dentro de poco; ha gustado muchísimo a todos los que la han oído”. Posiblemente la obra fue preparada para una gira amplísima, de casi tres meses de duración, en la que Sarasate recorrió más de veinte ciudades diferentes, coincidiendo con la guerra ruso-japonesa. Del éxito de la obra, una sucesión de piezas transcritas a partir de los cancioneros rusos, dio testimonio su autor cuando, al final de la gira, comentó que “he tenido fríos de 30 grados bajo cero; pero atmósferas de entusiasmo de 100 grados de calor: así que no me puedo quejar”. 

Entre sus composiciones encontramos dos relacionadas con Rusia, Canciones RusasMoscoviènne.