miércoles, 20 de diciembre de 2017

Stravinsky, Diaghilev y la Semana Santa


Igor Stravinsky estuvo en Sevilla en la Primavera de 1921, deseoso de admirar la Semana Santa, de la que sólo conocía los testimonios escritos de los viajeros románticos. Vino procedente de París, acompañado de su íntimo amigo y colaborador Diaghilev, el creador de los ballets rusos, con quien trabajó en El pájaro de fuego, La consagración de la Primavera, etc. Stravinsky y Diaghilev se alojaron en el hotel Madrid y tuvieron en Juan Lafita un cicerone excepcional. Fue presenciando el desfile de la cofradía de San Bernardo por la Puerta de la Carne, cuando Igor Stravinsky, al escuchar la marcha "Soleá, dame la mano", que interpretaba la Banda Municipal de Música detrás del paso de la Virgen del Refugio, le dijo a su amigo Diaghilev: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”.



Serguéi Diaghilev e Igor Stravinsky en Sevilla. 1921.

Retrato de Diaghilev. Museo ruso de Málaga.



Se reconoce a Manuel Font de Anta como autor de la marcha aunque voces expertas apuntan a que fue su hermano José el autor de la marcha en 1918.
En la edición original del guión aparece la siguiente dedicatoria: "A los desgraciados presos de la cárcel de Sevilla que, al cantarle saetas a la Virgen en Semana Santa, me hicieron concebir esta obra".











martes, 19 de diciembre de 2017

¿Vestigios eslavos en España?

La pregunta puede parecer arriesgada, pretenciosa o fantasiosa para cualquier eslavista español. Pero he de decir que esta pregunta no precedió a los argumentos sino al contrario, fueron las pistas las que me llevaron a plantearme tan atrevida cuestión. Y entre estas pistas hay que diferenciar aquellas más cercanas al sentimiento, nada objetivas, que surgieron desde una visión comparada entre ambas culturas y cuyo resultado ya de por sí es sorprendente y aquellas que surgen de la ciencia, de la Historia y la lingüística por ejemplo,  que se pueden tomar más en serio.

En cuanto a las primeras y sin entrar en detalles es innegable los puntos en común entre hispanos y eslavos a diferencia de otros europeos. Ya en una entrada anterior sobre Korovin escribí una cita suya que resume lo que quiero decir y que dado el contexto me permito citar de nuevo:

"España es un país salvaje, extraño, horrible, muy creyente , hospitalario y generoso. El más distinto de Europa y es el más parecido a Rusia".

Esta entrada la dedicaré a recopilar aquellos argumentos más objetivos al estar basados en fuentes académicas.

La primera vez que me planteé la pregunta fue tras la lectura de un libro, de obligada lectura para cualquier aficionado a la cultura rusa o eslavista en general. El libro en cuestión es la Crónica de Néstor o Relato de los años pasados, la obra más importante de la literatura rusa medieval y uno de los mas importantes de la literatura universal. Si lo tuviese que resumir en pocas palabras diría que es la Biblia rusa, pues el libro es una crónica relatada detalladamente año por año del pueblo eslavo desde su supuesta génesis hasta el año 1110 ( ó 1116 según se mire). En concreto la versión que leí fue la de Miraguano, la única en español, traducida y anotada por Ángel L. Encinas, quien dado su currículum es uno de los mejores eslavistas de España y del mundo. Fue una parte del libro la que me planteó un supuesto contacto cultural entre eslavos e hispanos. Sobre el año 1092 el monje del monasterio de las Cuevas relata lo siguiente:

Un raro prodigio ocurrió en Polotsk en un alucinamiento: por la noche hubo un ruido de pasos, algo gemía en la calle, los diablos correteaban. Si alguien salía de casa para mirar, en el acto era mortificado invisiblemente por los diablos con una úlcera y moría por ello y nadie se atrevía a salir de casa. Después comenzaron también de día a aparecerse a caballo, y no se les veía a ellos mismos, sino que eran visibles sólo las pezuñas de sus caballos; y mortificaban así a la gente en Polotsk y en su región. Por eso la gente decía también que eran almas de difuntos que mataban a los polochanos.

Ángel anota sobre este acontecimiento:

"Navye. La creencia en estas almas estaba muy extendida en el paganismo de los antiguos rusos. En España este mito ha sobrevivido incluso en la interpretación popular de la religión católica. En la mitología de Castilla se llaman "ánimas del purgatorio". En la mitología de Galicia el conjunto de ánimas del purgatorio que vagan por los bosques portando faroles se denomina "A Santa Compaña". El hecho de que este credo pagano haya llegado a regiones españolas solamente se puede comprender porque lo hayan traído los pueblos celtas a la Península Ibérica a comienzos y mediados del siglo VI a.e.c."

Podría ser cierta la teoría de Ángel pero entonces habría que demostrar si esta creencia en estas ánimas era propiamente celta y cómo fue transmitida a los pueblos eslavos o viceversa, cómo de los eslavos pasó a los celtas para posteriormente penetrar en la Península. En el foro de Casarusia.com había un hilo dedicado a responder si hubo contactos entre celtas y eslavos. Aunque no se sacó nada en claro todo parecía indicar que difícilmente pudo ocurrir y lo más cerca que estuvieron fue la proximidad casi vecinal entre el grupo celta de los cotini con los venedi, que según algunos expertos fueron los antiguos eslavos. Sin descartar esta posibilidad que apunta Ángel busqué otra más concluyente. ¿En qué época pudieron ambos extremos de Europa tener algún tipo de relación?


Visigodos, Alanos, Suevos y Vándalos


Durante y tras la caída del imperio romano Hispania fue invadida por varios pueblos germánicos y escandinavos: suevos, alanos, godos y vándalos. Todos ellos tienen un punto en común: antes de emprender su largo viaje a Hispania se asentaron al norte del mar Negro y sur de Rusia. Si bien es verdad que a lo largo de Europa se asentaron en varios puntos, hay que destacar que los más importantes antes de Hispania (donde formaron sus respectivos reinos) fueron estos lugares.

Es curioso que aunque España está considerada la principal heredera del pueblo godo (visigodos) es, sin embargo en Crimea, donde este pueblo existió hasta finales del siglo XVIII (góticos de Crimea) e incluso su idioma se hablaba aún en 1945. Se cree que fueron asimilados por los tártaros de Crimea. Durante el Tercer Reich se hizo creer que los godos de Crimea habían sobrevivido para mezclarse con los colonos alemanes en Crimea.

Recorrido de las campañas visigodas en tiempos de Alarico I.



Reino de Tolosa visigodo y de los suevos alrededor del año 500.


Reino visigodo y las provincias de la Hispania Visigótica en 700 d.C.


Según una leyenda los alanos llegaron de Siberia y Asia Central. Las princesas alanas medievales también se desposaron con los gobernantes rusos descendientes de Riúrik más de una vez. Por ejemplo, santa María Oseta, que fundó el Convento de las Princesas en Vladímir, era la esposa de Vsevolod III y abuela de Alejandro Nevski. Parece ser que el alano español, un perro con historia en España, fue introducido por ellos y por los vándalos en Europa y España. Además, una parte del grupo de alanos germánicos junto con visigodos se establecen en la parte noreste de la península y según la Encyclopædia Iranica dan su nombre a Cataluña, cuyos pobladores se llaman los Got-Alanien.


Las migraciones de los alanos y vándalos  durante los siglos IV y V d. C., desde su territorio originario en el Cáucaso Septentrional. Las principales regiones de asentamiento se señalan en amarillo. Las rutas de emigración en rojo y las campañas militares en naranja.
Reino de los alanos en Hispania (409-426 d.C.).


En los últimos años de la Unión Soviética, a medida que los movimientos nacionalistas resurgían en todo el Cáucaso, muchos intelectuales en la República Socialista Soviética Autónoma de Osetia del Norte pidieron la reactivación del nombre de «Alania», un reino medieval de los alanos, antepasados de los actuales osetios. El término de «Alania» rápidamente se hizo popular en la vida diaria de Osetia a través de los nombres de varias empresas, un canal de televisión, organizaciones políticas y civiles, editoriales, equipo de fútbol, etc. En noviembre de 1994, el nombre de «Alania» fue añadido oficialmente al título republicano (República de Osetia del Norte-Alania).

La Alania medieval.


Por todo lo expuesto anteriormente creo que hay razones de peso para creer que los eslavos, quienes convivieron bastante tiempo con todos estos pueblos, les dejarían algún tipo de herencia ya sea religiosa, cultural o lingüística. Y es sobre esta última en concreto sobre la que hablaré a continuación.

Antroponimia y Léxico


No mucho después de la Crónica de Néstor cayó en mis manos otro libro llamado "Rusia: el misterio de Eurasia", en este caso del filósofo y geopolítico Alexandr Duguin. Pero no fue el propio Duguin sino su prologuista Isidro-Juan Palacios el que me llamó la atención. En su prólogo Palacios habla de un "piadoso y luchador ruso blanco" llamado Rurik de Kotzebue, residente en Madrid. Picado por la curiosidad investigué sobre este personaje y al parecer tras huir de la revolución rusa se estableció en España donde trabajó como profesor de lengua y culturas rusas en las universidades de Madrid y Salamanca. Publicó un acta en el IV Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas de 1971 llamada "Más huellas eslavas en España (antroponimia y léxico)". Desconozco si es una continuación de un trabajo previo porque no he encontrado nada más en Internet relacionado con el asunto. En este trabajo el autor busca las raíces eslavas en el léxico castellano:




El trabajo me recuerda a una página que encontré por casualidad buscando este mismo blog en Internet llamada РУСПАНИЯ. Этимология испанских слов (Ruspania. Etimología de las palabras españolas). En esta página de la red social rusa vk se enseña español a rusoparlantes con una metodología un tanto curiosa y original: buscando la etimología o raíz eslava de las palabras españolas haciéndolas parecidas con las rusas para una mejor memorización. Todo un descubrimiento.

martes, 12 de diciembre de 2017

Mr. Trololo. ¿Eduard Khil o Eduard Gil?

Allá por el año 2010 comenzó a circular por Internet un video un tanto peculiar y gracioso. Un cantante de los 70' interpretando una canción con menos letra que el "La la la" de Massiel pero en lugar de La la la éste hacía Trololo. El video se hizo viral a nivel mundial en cuestión de días registrando millones de visitas,  pasando así a formar parte de la Historia de Internet. El oscarizado Cristoph Waltz hizo su propia parodia del video en el programa Jimmy Kimmel Live!, aparece en un videojuego y la serie animada Family Guy le dedicó una escena. Nacía el fenómeno de Mr. Trololo. Pero, ¿Quién era realmente Mr. Trololo?



Eduard Anatolyevich Gil (Smolensk, 4 de septiembre de 1934 - San ptetersburgo, 4 de junio de 2012) era el verdadero nombre de Mr. Trololo. Aunque su fama llegó tarde a Occidente y de una manera un tanto cómica, en la URSS, su país, estaba y está considerado una leyenda de la canción soviética. Eran los años 70 y a nivel mundial aparecían artistas de potentes voces. En España, por ejemplo teníamos a Camilo Sesto, Raphael o a Nino Bravo. La Unión Soviética no escapó a esta tendencia y de allí surgieron artistas como Lev Leshenko, Muslim Magomaev y el que nos ocupa, Eduard Gil. En realidad era un barítono que se decantó por la música pop. Como muestra de su buena posición en la música soviética están algunos de sus premios recibidos a lo largo de su carrera: Artista meritorio de la URSS, Orden de la Bandera Roja del Trabajo, Artista del pueblo de la URSS, Orden de la Amistad de los Pueblos, Orden del mérito de la Patria, Premio Utyosov.



Eduard Khil.jpg
Eduard Gil en 2009.

La canción que le resucitó a la fama en realidad tenía letra y su título era "Я очень рад, ведь я, наконец, возвращаюсь домой" (Estoy muy contento, pues al fin regreso a casa). Eduard supo que se había convertido en una sensación en Internet cuando escuchó a su nieto tararear la canción. Un sitio web incluyó una petición para que el cantante saliera de la jubilación e hiciera una gira mundial, a la que Eduard respondió con algo de historia sobre el origen del famoso tema:

"Me halaga que quieran mi vuelta a los escenarios. Muchas gracias por la oferta. Existe una historia de fondo sobre esta canción. Originalmente, teníamos letras escritas pero eran muy pobres. Quiero decir, estaban bien, pero contenían frase como estas: “Voy montando mi semental en una pradera, y mi amada María está a miles de kilómetros tejiendo una media para mí”. Por supuesto, no lo publicamos en ese momento, y nosotros, tanto Arkadi Ostrovsky como yo, decidimos hacerla vocalizando. Sin embargo, la esencia permaneció en el título. La canción es muy juguetona, no tiene letras, por lo que tuvimos que hacer algo para que la gente lo escuchara y, por lo que veo, al final fue interesante."





¿Descendiente de españoles?

Eduard admitió en varias entrevistas tras ser preguntado sobre su apellido, poco común en Rusia, que probablemente un antepasado suyo de origen español llegó a Rusia con las tropas napoleónicas (sobre este hecho histórico verídico hablaré en una futura entrada) y tras la guerra allí decidió establecerse. Una de ellas se puede leer aquí (en ruso). Sin embargo no descartaba otras versiones sobre su origen como que el apellido deriva del nombre del rey eslavo Hilvud o de la aldea de Jili.


Tras el supuesto origen español del apellido se abrió un interesante debate en Wikipedia sobre cómo se debería escribir en castellano si Khil, Gil o Jil: https://es.wikipedia.org/wiki/Discusión:Eduard_Jil


Canco Rodríguez imitándolo en "Tu cara me suena"


El Doodle que Google le dedicó para su 83 aniversario.


Y para hacerle un poco de justicia un video en el que Gil demuestra su poderosa voz:




martes, 5 de diciembre de 2017

Konstantin Korovin y las valencianas

Konstantin Alekséyevich Korovin (Moscú, 23 de noviembre de 1861- París, 11 de septiembre de 1939) fue un destacado pintor impresionista ruso, decorador y escenógrafo teatral además de escritor.
Retrato de Konstantin Korovin por Valentín Serov. 1891.

Viajó a España en 1888. Tras su viaje, Korovin dejó escrito:

"España es un país salvaje, extraño, horrible, muy creyente , hospitalario y generoso. El más distinto de Europa y es el más parecido a Rusia".

A lo largo de su viaje no le abandonaba la idea de que todo le recuerda a Rusia. La gente en el tren comiendo pan y huevos se parecen tanto a los campesinos rusos, el mercado y galerías comerciales son iguales a los de Khitrovka, desde las ventanas entra la melodía de canciones que se cantan en Moscú. "¿Por qué, a pesar de estar en otra naturaleza, ambiente, situación, me sentía como si estuviese en mi ciudad natal?" - siempre tenía esa idea en su mente. Concluyó que los puntos comunes entre los españoles y los rusos de la época eran la cordialidad y el desenfreno: "Todos aquí beben, bailan y rezan. Parece que, como en Rusia, es siempre eterna fiesta y nadie hace nada..."

Estando en Valencia, pidió al portero del hotel donde se alojaba que le buscara una modelo española. Subieron dos chicas, que se convirtieron en protagonistas del famoso cuadro, "En el balcón, mujeres españolas Leonor y Amparo", que obtuvo la medalla de oro en la Exposición Universal de París de 1900.

España aportó muchísimo a su pintura y decorados de teatro, ballet y ópera, como los estudios que hizo para "Carmen" y "Don Juan". "Es poco probable que me hubiese salido el "Don Quijote" si no hubiera viajado a España", - afirmó el pintor. - "No hay literatura ni pintura capaz de transmitir los colores de este país, al mismo tiempo desolado y sofocante".




En el balcón, mujeres españolas Leonor y Amparo. (1888-1889). Galería Tretyakov, Moscú.

domingo, 3 de diciembre de 2017

Sofía Troubetzkoy, la princesa rusa que introdujo el árbol de Navidad en España



Se acerca la Navidad y por estas fechas serán muchas las familias que comenzarán a adornar sus hogares con los elementos decorativos que manda la tradición. La decoración navideña es un elemento importante en esta fecha pues con ella el anfitrión crea un ambiente entrañable, cálido y festivo para él y sus visitas.

En España, en cuanto a elementos decorativos se refiere, hay una división entre quienes optan por lo tradicional, aquello que es típicamente (no confundir con original) español, como es el caso del Belén y los que optan por una moda que sin ser como veremos nada nueva no tuvo el arraigo del Belén, posiblemente por estar más extendida por Europa y tener un componente religioso menor. Hablamos en este último caso del árbol de Navidad que desde hace unos años se está abriendo camino en detrimento de los belenes.

Sus orígenes son inciertos aunque todas las teorías apuntan como lugar de nacimiento al norte de Europa en la época precristiana. En esta entrada relataremos cómo se introdujo en España de la mano de una aristócrata rusa: Sofía Troubetzkoy, si bien, su apasionante vida, como veremos, hace de esto una anécdota más en su polifacética labor en España.

¿Quién era Sofía Troubetzkoy?


Sofía Sergueyevna Troubetzkoy (Moscú, 1838 - Madrid, 27 de julio de 1898) fue una princesa de origen ruso que estuvo considerada como una de las mujeres más bellas y elegantes de la Europa del siglo XIX.
Sofía Troubetzkoy retratada por Winterhalter en 1863.

Oficialmente era hija del príncipe Sergei Vassilievitch Troubetzkoy, teniente de caballería, y de Ekaterina Petrovna Moussine-Pouchkine, aunque ella misma presumía de ser hija del zar de Rusia, el cual, por entonces, tenía problemas conyugales con su esposa Carlota de Prusia debido a la frágil salud de ésta. Según algunas fuentes, parece ser que el zar conoció a Catalina, la madre de Sofía, en la primavera de 1837, durante unas maniobras militares y, al saber del embarazo de su amante, se apresuró a casarla con el príncipe Troubetzkoy. Desde que nació, su paternidad fue atribuida a Nicolás I, pues era conocida la admiración de éste por su madre, y su gestación parece coincidió con el viaje de su padre al Cáucaso, por lo que los rumores sobre esta posible paternidad surgieron desde el primer momento.

Sofía quedó huérfana siendo aún muy niña y fue Carlota, la emperatriz viuda y el nuevo zar Alejandro II (1818-1881), conocedores seguramente de su augusta ascendencia, quienes se hicieron cargo de su educación en San Petersburgo, primero en el prestigioso Instituto Smolny para Doncellas Nobles y luego, por intercesión de su tía, casada con la segunda mayor fortuna del Imperio, directamente en el Palacio de Invierno, donde brilló por su gracia e inteligencia.

La familia Trubetskoy  es una dinastía de la pequeña nobleza rutena Gedimínida (descendiente de la dinastía lituana de Gediminas) con varios miembros de la Rutenia Negra, al igual que muchos otros príncipes de las casas del Gran Ducado de Lituania, que más tarde se hizo prominente en la historia, la ciencia y las artes de Rusia. Los Príncipes Trubetzkoy descienden de Demetrio I Starshiy, uno de los hijos de Algirdas, Gran Duque de Lituania en el siglo XIV, que gobernó la ciudades de Briansk y Starodub. Los descendientes de Demetrio continuaron gobernando la ciudad de Trubetsk hasta la década de 1530, cuando tuvieron que elegir convertirse al catolicismo o abandonar su patrimonio e instalarse en Moscú. Eligieron la segunda opción y fueron aceptados con gran ceremonia en la corte de Vasili III de Rusia.
Heráldica de los Troubetzkoy.


En el siglo XVII el príncipe Wigund-Jeroným Trubetsky apoyó a los polacos y los siguió a la Commonwealth Polaco-Lituana. Aquí sus descendientes obtuvieron posiciones envidiables en la Corte e ingresaron por matrimonio en las grandes familias principescas de Polonia. En 1660, sin embargo, el príncipe Yuri Trubetskoy regresó a Moscú y se le dio un título de boyardo por el zar Alejandro I de Rusia. Todas las ramas de la familia descienden de su matrimonio con la princesa Irina Galitzine.


Primer matrimonio


Fueron precisamente estas prendas, unidas a una belleza nada común heredada de su madre, las que cautivaron a un joven diplomático francés que acababa de llegar a la capital de Rusia para asistir a la coronación de Alejandro II el 7 de septiembre de 1856. Se llamaba este joven Carlos Augusto Luis José de Flahaut de la Billarderie, duque de Morny (1811-1865) y era hermanastro de Napoleón III puesto que ambos eran hijos de Hortensia de Beauhernais.

Ambos jóvenes, movidos por recíproca atracción, contrajeron matrimonio en San Petersburgo el 26 de diciembre de ese mismo año. Sofía Troubetzkoy, convertida en duquesa de Morny, brilló con esplendor apoteósico, primero, en San Petersburgo, como embajadora de Francia y después en París como ministra de Negocios Extranjeros.

Ocho años duró su matrimonio con Morny, durante los cuales el esposo no escatimó en satisfacer todos los caprichos de su mujer, que se esmeró en ser una gran anfitriona en la corte y sociedad del Segundo Imperio. El matrimonio habitó extraordinarias residencias y se cuenta que tenía un pequeño zoo doméstico compuesto de monos, perros pequineses, aves exóticas e incluso un par de osos rusos.

El matrimonio tuvo cuatro hijos, Marie Eugénie, Auguste, Serge y Mathilde que tuvieron desiguales destinos.
Sofía con el duque de Morny.

Su vida modélica en Francia se vio truncada el 26 de febrero de 1865 cuando su marido, a quien amaba profundamente, fallece repentinamente. Su dolor y desesperación adquieren visos teatrales: cubierta de crespones y deshecha en llanto, se corta los bucles con gesto de renunciación y los deposita como ofrenda fúnebre sobre el ataúd de su esposo.

Entonces comienza una etapa de luto y recogimiento en la que no sale de su palacio y lleva una vida de cierta austeridad, hasta que un día encuentra en un secrétaire unos paquetes de cartas perfumadas y atadas con cintas. Era la prueba de que su difunto marido había tenido una amante. A partir de entonces abandona indignada el luto, rompe el aislamiento y, enjugando sus lágrimas, vuelve a introducirse en el gran mundo a embriagarse con su néctar y buscar la diversión.

Segundo matrimonio


En esa nueva etapa de su vida conoció al Duque de Sesto, cuyas patillas y madrileño garbo la enamoran. Don José Isidro Osorio y Silva-Bazán, llamado Pepe Osorio, “el gran duque de Sesto” residía temporalmente en su villa de Deauville, lugar que Sofía conocía bien, pues su cuñado Napoleón había puesto de moda el lugar entre la aristocracia francesa. Pepe se encontraba allí junto a la familia real, que estaba en el exilio, y a quien sostenía económicamente.

José Isidro Osorio y Silva-Bazán, duque de Sesto, marques de Alcañices, más conocido entre la sociedad isabelina como Pepe Osorio o Pepe Alcañices, era, a sus cuarenta y cuatro años, un “soltero de oro” por sus acaudalada fortuna y posesión de títulos nobiliarios; de talla mediana, más bien bajo, con una andar característico por sus piernas arqueadas, expresión amable y socarrona, con tufos y patillas a la moda. Por entonces, había sido ya Alcalde de Madrid, cargo que ocupó entre 1857 y 1864, desarrollando una gran labor, sobre todo en materia de higiene y salubridad de la Villa y gobernador civil en varias ocasiones; era uno de los mayores apoyos y no solo moral, de la reina depuesta Isabel II y casi un padre para su hijo, el futuro Alfonso XII, siendo uno de los principales impulsores de la abdicación de la soberana en favor de su hijo, lo que sucedería un año después de su matrimonio con Sofía. Según las crónicas, un día Isabel II llamó a su hijo en presencia del duque de Sesto, para decirle: "Alfonso, dale la mano a Pepe, que ha conseguido hacerte Rey."

Contrajeron matrimonio el 21 de marzo de 1869.

Sofía con José Osorio.

Inmediatamente después de su boda, los nuevos esposos se instalaron en Madrid, donde el duque tenía un antiguo palacio en la calle de Alcalá 74, en el lugar en que hoy se encuentra el Banco de España. Una vez en la capital, los duques se entregaron a la tarea de desacreditar política y socialmente a la nueva dinastía mientras el duque colaboraba activamente con Cánovas del Castillo en el proyecto de restaurar la monarquía alfonsina. El palacio de Alcañices se convirtió en el centro de reuniones y bailes de la sociedad madrileña que suspiraba y conspiraba por la vuelta de los Borbones al Trono. Sofía, cuya llegada causó una auténtica conmoción en la buena sociedad por lo adelantado de sus costumbres, se entregó “con pasión ardorosa y entusiasta” a esta empresa.

Compartía con su nuevo marido el carácter cosmopolita y el liberalismo, y su aceptación en Madrid no pudo ser mejor, pues su figura deslumbró en la Corte, y nada más llegar la propia Isabel II de España le concedió la banda de la Orden de las Damas Nobles de María-Luisa. Organizaba reuniones de damas en su residencia, el desaparecido palacio de Alcañices, en las que ponía al tanto a la sociedad madrileña de las novedades en moda y juegos de salón.

Sofía Troubetzkoy en la política española


Convertida en consorte del mentor de Alfonso XII de España durante su exilio, aprovechó su posición social para hacer política en favor de la familia Borbón y de la causa de Alfonso XIII de España, gastando al igual que su marido, gran parte de su fortuna en ello. Jugó con el emblema familiar Borbón, la flor de lis, creando el prendedor de pelo con este motivo, que tanto las damas de la aristocracia como el resto de mujeres del pueblo utilizaron. Además, instó a sus amigos y conocidos a llevarlo visible en la solapa, para mostrar su apoyo al rey.

Mientras que su marido se dedicaba a luchar políticamente por la causa, la duquesa de Alburquerque ocupaba su tiempo en la organización de numerosas actividades en las que ganar adeptos, como lo eran las tertulias culturales y las fiestas en las que mostraba su poder social. Aquellas celebraciones también tenían como objetivo la recaudación de dinero para sostener la causa. Además, era la secretaria de otro personaje de importancia en esta labor, Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Consejo de Ministros y máximo dirigente y fundador del Partido Conservador.

No solo mostró su apoyo a los Borbones, sino que además está considerada una de las mayores enemigas del propio Amadeo de Saboya, así como de su mujer María Victoria del Pozzo. Tal era su rechazo por el monarca, que dio orden a sus criados para que cerrasen bruscamente las puertas y ventanas de su palacio cuando la comitiva real pasase por la puerta. Además, protagonizó la famosa Rebelión de las Mantillas (dedicaremos un apartado sobre este acontemiento en esta misma entrada más abajo), una manifestación de damas madrileñas en contra de Amadeo.

Se dice que el manifiesto de Shandurst, redactado por Cánovas del Castillo y por el cual el príncipe Alfonso aceptaba la Corona y esbozaba su programa de gobierno, fue pasado a limpio por Sofía, actuando oficiosamente de secretaria de Cánovas y que la duquesa envió dos copias a Rusia al objeto de que fuese la primera nación en reconocer a la nueva monarquía liberal.

Las aportaciones económicas a la causa alfonsina, cifradas entre los 15 y los 20 millones de reales, arruinaron al duque de Sesto que tuvo que vender su palacio de la calle de Alcalá y numerosas fincas que le pertenecían.

Por todo ello podríamos afirmar que la actual familia real le debe mucho a esta mujer de alma rusa y corazón español.

Últimos años


Tras la muerte de Alfonso XII, surgieron las desavenencias entre el matrimonio y la reina María Cristina, quien culpaba al duque de Sesto de las correrías de su marido. Por ello, abandonó los cargos de los que disponía en la Corte y su vida se dividió entre Madrid y París principalmente, aunque también se dedicaron a visitar a numerosos amigos en otras ciudades europeas.

Falleció en Madrid el 27 de julio de 1898 a causa de una enfermedad respiratoria y fue enterrada en el distinguido cementerio de Père-Lachaise, el más grande de París, a pocos metros de la sepultura de su primer marido, el duque de Morny.


La Rebelión de las Mantillas

Se conoce como la rebelión de las Mantillas a una serie de manifestaciones pacíficas protagonizadas por mujeres pertenecientes a la aristocracia madrileña, ataviadas con mantilla española y lideradas por la influyente princesa Sofía Troubetzkoy, cuyo fin fue el de mostrar el españolismo y apoyo del pueblo madrileño a la Casa de Borbón (representada por el príncipe Alfonso y su madre Isabel II) frente a Amadeo de Saboya y su esposa María Victoria dal Pozzo, recién llegada a España.

Estos acontecimientos tuvieron lugar los días 20, 21 y 22 de marzo de 1871 en el Paseo del Prado, donde la sociedad madrileña acudía diariamente en sus carruajes al llegar la tarde, actividad a la que se incorporó la nueva reina de manera inmediata.

Vista del Paseo del Salón del Prado, donde tuvieron lugar los acontecimientos, en una imagen de principios del siglo XIX.

Tras las tres muestras de rechazo hacia los nuevos reyes, María Victoria se interesó por el uso de la mantilla, y cuando sus partidarios descubrieron el motivo de ello, intentaron ridiculizar a las damas que habían participado, haciendo una imitación de sus paseos utilizando prostitutas para ello.


Antecedentes del suceso

La Constitución española de 1869 proclamada bajo el gobierno provisional de Francisco Serrano, subió al trono de España a Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manuel II de Italia, pero el apoyo al príncipe Alfonso, exiliado junto a su madre Isabel II era importante en Madrid. A nivel político contaba con Antonio Cánovas del Castillo, mientras que en el social y económico estaba presente el matrimonio de los duques de Sesto: José Osorio y Silva y su mujer la princesa Sofía Troubetzkoy, quienes buscaban cualquier ocasión para demostrar al nuevo rey los partidarios que aún tenía el príncipe.

Preparativos de la rebelión



Una de estas ocasiones se produjo la mañana del 19 de marzo de 1871, cuando el estruendo de los cañones anunció a la población la llegada de la nueva reina, María Victoria del Pozzo, esposa de Amadeo. Aquella tarde, por ser la festividad de San José, santo del duque de Sesto, muchos partidarios del príncipe Alfonso y amigos del duque acudieron a su palacio de Alcañices a felicitarle.

Sofía pretendió aislar socialmente a la recién llegada reina, y aprovechó las visitas recibidas para comenzar con el rechazo. Para ello contó con algunas de sus amigas, entre las que se encontraban Angustias de Arizcún Tilly y Heredia, condesa de Tilly y de Heredia-Spínola, y marquesa de Iturbieta; Cristina de Carvajal y Fernández de Córdoba, marquesa de Bedmar; Agripina de Mesa y Queralt, condesa de Castellar; Mercedes Méndez de Vigo y Osorio, condesa del Serrallo, y Josefa de Arteaga y Silva, marquesa de la Torrecilla. Juntas acordaron mostrar su españolismo contra los nuevos reyes en los habituales paseos de la tarde que las aristocráticas madrileñas acostumbraban a llevar a cabo por el Paseo del Prado, en los que lucían sus mejores joyas y vestidos.

La manera elegida para ello fue ponerse de acuerdo para que en vez de sombreros y tocados, todas luciesen mantilla, una prenda muy española que empezaba a caer en desuso, pero que sus abuelas habían vestido frecuentemente. Sofía animó a participar a todas las mujeres que pasaron por su palacio aquel día, y acercándose grupo a grupo, les dijo: «Mañana espero verla en el paseo con mantilla» o «Ruego le diga a su señora que en adelante iremos siempre de mantilla», y acordó con sus amigas que aquellas que tuviesen coche invitarían a más amigas que no lo tuviesen, con el fin de convocar al mayor número de damas.

Tres concentraciones de damas



Sabiendo que sería la protagonista del día, Sofía salió de su palacio la tarde del 20 de marzo con sus mejores vestidos y joyas, y mandó enganchar al coche nuevo los mejores caballos. Fue acompañada de Mercedes y Belén, esta última mujer del marqués de Valmediano y ambas sobrinas de su marido, por ser hijas de Rafael Echagüe y Bermingham, gobernador de Puerto Rico y Filipinas, y de su mujer Mercedes Méndez de Vigo y Osorio, otra de las artífices de la rebelión.

Vestidas de negro, se habían colocado la mantilla blanca, sujeta con el alfiler de la flor de lis, emblema de los Borbones que Sofía popularizó entre las damas. Debido al mal tiempo, no encontraron a muchas mujeres en el paseo, por lo que tras haber llegado dos veces hasta la fuente de la Castellana, regresaron a casa. Al día siguiente volvieron de la misma forma al paseo, y encontraron multitud de carruajes, victorias, berlinas, landós y coches, y comprobaron cómo muchas damas habían cambiado el sombrero por la mantilla. Entre ellas se encontraba la reina María Victoria, acompañada del joven príncipe Manuel Filiberto, y las damas carlistas también hicieron su presencia, sujetando sus mantillas con margaritas, que hacían honor a la mujer de su pretendiente, Carlos María, llamada Margarita de Borbón-Parma.

Al día siguiente, una vez más Sofía y sus sobrinas repitieron el paseo con mantilla. Al salir del palacio, encontraron a una masa de curiosos agolpados a la puerta, en la calle de Alcalá, esperando su salida. Detrás de la duquesa llegaron al Paseo del Prado los reyes, que se sorprendieron al ver tantas damas con peineta y mantilla, tanto blancas como negras, de encajes de blonda y chantilly, e incluso alguna de terciopelo de tipo goyesco. La reina pensó que era costumbre primaveral usar mantilla, por lo que le dijo al rey: «Mañana vendré yo también con mantilla». Al enterarse del motivo de la nueva moda entre las damas, al día siguiente no acudió al paseo.

Sofía tampoco acudió como era costumbre, pues el duque de Sesto no se lo permitió al saber que habría disturbios. La Partida de la porra estaba al tanto de los sucesos acaecidos días atrás, y Manuel Ruiz Zorrilla, ministro de Fomento junto con Sagasta, ministro de Gobernación, planearon una farsa para ridiculizar a las damas participantes, en favor de la reina, quien se sintió humillada. El encargado de llevar a cabo la farsa fue Felipe Ducazcal y Lasheras, empresario de espectáculos, que junto a su hermano hicieron de cocheros, transportando a varias prostitutas ataviadas con mantilla en el interior de los vehículos; además, un tercer actor con sombrero de copa y grandes patillas postizas parodió al duque de Sesto.

El árbol de Navidad

En el palacio de Alcañices que se situaba en la calle Alcalá 74, donde hoy está la sede del Banco de España, Sofía instaló el primer árbol de Navidad de España siguiendo como mujer vanguardista y cosmopolita que era, una tradición europea y rusa (ёлка). Dada la popularidad de Sofía tanto en la corte por su refinamiento e influencia como en el pueblo por su españolismo, los vecinos de Madrid comenzaron a adoptar esta tradición que poco a poco fue extendiéndose al resto de España.

Banco de España donde se situaba el palacio de Alcañices y donde Sofía instaló el primer árbol de Navidad.









viernes, 1 de diciembre de 2017

Pyotr Potemkin, embajador ruso en la España del siglo XVII



Con motivo de la celebración del 350 aniversario de la embajada de Piotr Potemkin a España esta entrada la dedicaré a dar a conocer sobre la vida de este personaje sobretodo en lo relativo a su estancia en España.

Piotr Potemkin (1617 – circa 1700) fue, probablemente, uno de los diplomáticos más talentosos de Rusia de la época anterior al reinado de Pedro I. Sin embargo, su carrera se inició en el campo de batalla. Durante la guerra ruso-polaca de 1654-1656 Potemkin ocupaba el cargo de voyevoda (general). Eran las tropas al mando de Potemkin las que tomaron la ciudad polaca de Lublin en 1655 y la fortaleza de Nienschantz (Kanzy) en 1656. Luego, el destacado militar fue destinado a las tareas diplomáticas. La misión a España y Francia en los años 1667-1668 que le encomendó el zar Alejo Mijáilovich le granjeó un amplio reconocimiento. El informe detallado sobre aquel viaje ha sido destinado a convertirse en las primeras impresiones escritas de un viajero ruso sobre la visita a España.

La embajada encabezada por el mayordomo y vicario de Borovsk Piotr Potemkin y el canciller Semión Rumiántsev se dirigió a España después de una pausa en los contactos diplomáticos entre nuestros países que se prolongó por 150 años. Los frecuentes viajes de los rusos a España bajo el gran duque Basilio III quedaron olvidados casi por completo en aquel entonces: en el Kremlin estaban seguros de que "los anteriores grandes duques ... no tenían relaciones con los reyes hispanos". Los embajadores del zar zarparon de Arcángel a bordo de un navío que "iba a Italia con el cargo de caviar armenio". El 4 de diciembre de 1667 los embajadores desembarcaron en Cádiz. En enero de 1668 se encontraban ya en Sevilla, y en febrero hicieron el camino de Córdoba a Toledo.

Las notas de Potemkin recogen, ante todo, muchos datos geográficos. La ruta que siguieron los moscovitas se registró exactamente según el calendario, anotándose los nombres de todas las localidades por las que pasaban. Es sorprendente la exactitud de estos apuntes. Los topónimos que figuran en ellos, aunque un tanto distorsionados a veces, son fácilmente reconocibles. Por ejemplo, en "Portimaría" de esta "hoja de ruta" se adivina sin dificultad el Puerto de Santa María, y en "Sent Lukai", Sanlúcar.

Es interesante cómo los rusos del siglo XVII veían a sus contemporáneos españoles. Potemkin señalaba que los habitantes del país visitado "tienen usos propios y son honestos … No se dan a bebidas embriagantes: las toman poco, y son moderados también en comer. Cuando estábamos en la tierra española, nadie de nuestra embajada durante los seis meses nunca vio a un borracho caído en plena calle o paseando con gritos borrachos". Según la opinión del embajador, los españoles "gustan de su lar y por encima de todo aprecian el sosiego en casa. Viajan poco por comercio a otros países, pues desde todas las tierras les traen distintas mercancías que necesiten, y a cambio de esas mercancías reciben el oro y la plata, así como las canjean por el aceite de oliva, el vino español y los limones …".

La historia de España era poco conocida por los viajeros rusos. Pasando por Andalucía, a Potemkin le llamó la atención la influencia árabe en el lenguaje, las costumbres y la arquitectura, por lo que el embajador preguntó al "agregado" español que les acompañaba"si el reino español habría estado otrora bajo los moros", recibiendo la siguiente respuesta: "El reino español es grande desde los años remotos; sólo en una ocasión estuvo bajo los moros; mas al haberse liberado de los moros muchos de aquellos moros se quedaron a vivir en el reino español y luego a muchos millares de ellos, con mujeres y niños, les dejaron irse al país moro. La ciudad española de Cádiz se sitúa a un día de viaje por mar del país moro".

En el siglo XVII las noticias desde España llegaban a Rusia con gran retraso. Durante los preparativos de la misión de Potemkin, en el Departamento de Embajadores aún no se sabía que el rey Felipe IV había fallecido en 1665. Por esta razón las cartas firmadas por el zar que portaba la embajada estaban dirigidas a nombre del monarca difunto. El caso se descubrió sólo cuando llegaron a España, y el error tuvieron que corregirlo in situ. Sin embargo, los españoles no se sorprendieron del hecho: "No lo percibimos como desagrado –reaccionaron ellos–, y no nos asombramos, puesto que el gran estado moscovita se encuentra a la más ingente distancia del gran reino español, y las relaciones entre nuestros soberanos reyes con su gran príncipe no acontecían antes".

A fines de febrero de 1668 la embajada vino a Madrid, donde pasaría casi tres meses y medio. En la capital española a los diplomáticos rusos los recibió la reina viuda Mariana de Austria, regente del menor de edad Carlos II. Potemkin le entregó la carta del zar que avisaba sobre la firma del armisticio entre Rusia y Polonia y expresaba la esperanza del fortalecimiento de la alianza entre los países cristianos de Europa para guerrear contra el sultán turco, su enemigo común. Las negociaciones tocaron también el asunto del desarrollo de las relaciones bilaterales en materia de comercio.

El informe de la embajada, tal como se exigía a un parte oficial, abunda en descripciones del ceremonial de la corte española, las recepciones reales y conversaciones efectuadas. Sin embargo, hay también notas sobre monumentos históricos y artísticos, los que los españoles les mostraban con orgullo a los rusos. Así, en el documento se puede encontrar una detallada descripción del "monasterio Scurial" (El Escorial), cuyo edificio provocó admiración en los moscovitas, así como la de la catedral de Sevilla que "según la gente dice, fue hecha hace unos mil trescientos años", y la de su campanario al que "se puede ascender montado a caballo".

Durante el viaje uno de los integrantes de la embajada moscovita adquirió algunos conocimientos de la lengua española. Cuando surgió la preocupación de que en una de las cartas de respuesta del rey el título del zar ruso estuviera escrito de una manera incorrecta, Potemkin recurrió a la ayuda del escribano Andréi Sídorov, "pues él, Andréi, estando en la tierra española se ha habilitado en leer escrituras latinas". Al haber leído la carta, Andréi comprobó que ella, en efecto, "no estaba de todo en orden".

El 7 de junio de 1668 los moscovitas salieron de Madrid y el día 25 del mismo mes llegaron a "la ciudad fronteriza de Airón" (Irún). En la frontera la embajada tropezó con una actitud abusiva de la aduana. Un oficial local, casi analfabeto y sin mucho conocimiento del derecho internacional de entonces, tomó a los diplomáticos por mercaderes y se puso a extorsionarles dinero por pasar a través de la frontera vestimentas bordadas en oro e iconos en marcos preciosos. Se produjo un conflicto. En su curso Potemkin y Rumiántsev reprendieron al descarado aduanero con las siguientes expresiones: "Enemigo de la Cruz de Cristo, ¿por qué no tienes miedo de hablar así?.. Perro ruin, no tienes derecho alguno a imponer aranceles no sólo sobre estos purísimos iconos santos, sino también sobre la vestimenta y otras pertenencias de la embajada, pues somos enviados de nuestro gran príncipe, su majestad el zar, ante el gran soberano vuestro, su majestad el rey, para sus grandes asuntos estatales, la amistad y el amor fraterno; y no hay entre nosotros hombres de negocios ni mercadería, por lo que no has tenido derecho a imponernos a nosotros. Ante tu sinvergüenza y modales bestiales, como a un perro hambriento o a un lobo con boca ansiosa de tragar ovejas del pastor, a ti te echamos el oro como si fuera polvo". Al haber pronunciado esas palabras tan emocionales, los embajadores quitaron los marcos de los iconos, los dejaron "como polvo" en la aduana y, salvaguardados los iconos, continuaron su camino. Hasta el fin de 1668 los rusos tendrían que visitar además la corte real francesa.

En la siguiente ocasión Piotr Potemkin se dirigió a Europa en 1674. El zar Alejo Mijáilovich envió a Potemkin con una misión a Viena. éste la cumplió con brillantez descubriendo a la corte austriaca las intenciones agresivas del rey polaco Juan III Sobieski.

De nuevo Potemkin fue enviado a España durante el reinado de Teodoro III (1676-1682). Su embajada pasó en Madrid los meses estivales de 1681. En aquel entonces el pintor de la corte José Carreño de Miranda creó el magnífico retrato del diplomático ruso que hoy día sigue llamando la atención de los visitantes del Museo del Prado. Potemkin llegó a ser el único representante extranjero quien mereció similar privilegio durante el reinado de Carlos II: tan fuerte era la impresión que los rusos causaron en la lúgubre corte del último Habsburgo español. Por lo visto, un determinado papel jugó en ello la inaudita suntuosidad de la embajada moscovita: Potemkin, quien ni siquiera era boyardo, se vestía de una manera que no todo grande de España podía permitirse.

De acuerdo a su leyenda Potemkin tenía un excéntrico sentido del orgullo nacional. Durante sus negociaciones en Madrid insistió en que el rey de España se quitase el sombrero cada vez que pronunciase el titulo de Zar de Todas las Rusias. Durante su embajada a Copenhague el rey danés estaba enfermo y solo podría recibirlo acostado en la cama. Potemkin requirió a los daneses que le trajeran una segunda cama a la sala para llevar a cabo las conversaciones de forma acostada como su interlocutor, mostrando así la igualdad entre ambos países.
Pyotr Potemkin era pariente lejano del estadista, militar y político ruso Grigori Aleksándrovich Potemkin.

Carreño de Miranda creó el retrato de un enviado del país distante y fabulosamente rico. La vestimenta moscovita característica de la época anterior al reinado de Pedro el Grande – un abrigo largo de seda bordada en oro y piedras preciosas –, acentúa el exotismo oriental del personaje retratado. Llama la atención la mirada perspicaz del embajador ruso que testimonia sus habilidades extraordinarias y una vida rica de experiencias.

Desde el tiempo de la fundación del Museo Nacional del Prado forma parte de su colección el retrato del "embajador ruso Pedro Ivánovich Potemkin", realizado por Juan Carreño de Miranda, conocido artista español del siglo XVII. La historia de su creación y la personalidad del retratado merecen que les prestemos atención.


Pyotr Ivanowitz Potemkin, embajador de Rusia retratado por Juan Carreño de Miranda. Museo del Prado, Madrid.

Los rusos en España tienen todas las razones para sentir orgullo por esa persona que representó tan dignamente a su país en aquella época remota.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Aniversario de las relaciones diplomáticas

Este año de 2017 se celebra el 350 aniversario de las primera embajada rusa en Madrid y el 40 aniversario del restablecimiento de las relaciones con la llegada de la democracia a España. A lo largo del año se han celebrado numerosos actos conmemorativos como exposiciones, conciertos, conferencias, etc. en ambos territorios, organizados tanto por las respectivas embajadas como por asociaciones culturales y empresariales. La embajada de España en Rusia está publicando con motivo del aniversario además interesantes hechos históricos en cuanto a relaciones bilaterales. Más adelante publicaré información más ampliada sobre estos hechos históricos ayudándome de la información proporcionada por la Embajada.



En el palacio de los Borgia de Gandía se celebró un baile de gala histórico en conmemoración del restablecimiento de las relaciones.

Cartel del evento arriba mencionado.





Así luce la Embajada de Rusia en España con motivo del aniversario.


En el conservatorio de Moscú se celebró un concierto con motivo del aniversario. En la imagen de arriba Ainhoa Arteta junto al embajador de España en Rusia.

La sala magna donde se celebró el concierto.

Cartel que anuncia el evento anterior.


Un cartel en Madrid que anunciaba en 2007 una exposición en el Instituto Cervantes con motivo del 30 aniversario de restablecimiento de las relaciones.


Portada de un periódico de la época



lunes, 27 de noviembre de 2017

Bienvenidos a Ruspania

Este blog es un proyecto que pretende aglutinar y difundir las relaciones que se han producido a nivel político, social, cultural y científico entre Rusia y España a lo largo de la Historia. También tendrán cabida en este blog las diferentes repúblicas exsoviéticas debido a sus importantes vínculos histórico-culturales con la Madre Patria. Espero que este trabajo sirva para acercar a ambos extremos de Europa contribuyendo a forjar una amistad entre ambos pueblos recalcando aquello que nos une por encima de todo y superando las barreras de la distancia tanto geográfica como cultural y política. ¡Bienvenidos!