Valeri Kharlamov es para muchos el mejor jugador de la historia del hockey sobre hielo. Como muestra de ello, a continuación expondré su palmarés:
3 medallas olímpicas. Dos oros, en Sapporo 1972 e Innsbruck 1976 y una plata en Lake Placid en 1980 en el Milagro del Hielo.
8 veces campeón del Mundo (1969, 70, 71, 73, 74, 75, 78 y 79), 2 veces subcampeón (1972 y 76) y 1 tercer clasificado (1977).
Sus 1,73 m de altura, sus 75 kilos de peso y un problema cardíaco que le diagnosticaron de pequeño no le impidieron triunfar en este deporte de contacto. Su rapidez, su talento y su pasión compensaban con creces su carencia física. En Rusia lo unían a sus raíces vascas. «Sus talentos fueron concedidos por Dios y podía hacer prácticamente todo, jugar de forma alegre, un pase difícil, un tiro exacto...», afirmó el mítico portero y compañero Vladislav Tretyak. «Todo lo hacía tan fácil y tan elegante que daba gusto verle. Su hockey era estético y asombró a millones de personas».
Un pequeño Valeri Kharlamov de 8 años de edad pasó un año con su madre en España antes de volver a vivir a su Moscú natal, ciudad que no abandonaría hasta su muerte en un accidente automovilísico a la edad de 33 años en una autopista de la capital rusa. Según se cuenta durante esa estancia en España Valeri tuvo un cara a cara con un morlaco durante unos encierros en Navarra, situación de la que le salvó su tío y que según cuenta le dejó una gran marca indeleble en el subconsciente. El pañuelo rojo de esta fiesta tradicional le acompañaría en todas sus competiciones. A pesar de perder la vida tan joven Valeri, apodado “el español” por sus compañeros de equipo, tuvo tiempo durante su carrera deportiva de conseguir dos medallas de oro olímpicas, una de plata, ocho campeonatos del mundo y dos subcampeonatos representando a la Unión Soviética además de once títulos ligueros de los catorce que disputó vistiendo los colores del CSKA de Moscú con el número 17 a la espalda.
Carmen y su hijo Valeri. |
Su arte era innato y se reveló desde muy pequeño. A los 14 años fue admitido en la Escuela de Deportes para Niños y Jóvenes del CSKA, que estaba situada en la céntrica Avenida Leningrado de Moscú. El CSKA era el mayor club deportivo de la URSS y pertenecía al ejército. Le costó hacerse un hueco en el primer equipo ya que Anatoly Tarasov no le veía formado. Kharlamov medía 1,73 metros y pesaba 75 kilos, era pequeño para el hockey, aunque no fue impedimento para entrar en el primer equipo en 1968. A partir de ahí su ascenso fue fulgurante y dio días de gloria a la conocida 'Red Army' y a la célebre 'Red Machine'.
Era hijo de Carmen Orive Abad "Begoñita", una de los "niños de Rusia" que tuvieron que salir desde Santurtzi el 13 de junio de 1937 huyendo de las tropas franquistas durante la Guerra Civil.
Partieron en el Habana, un viejo carguero, en dirección a la Unión Soviética y el 22 de junio los exiliados llegaban al puerto de Leningrado (San Petersburgo) donde fueron recibidos como auténticos héroes. Junto a 'Begoñita' viajaba Clara Agirregabiria, la madre del jugador de baloncesto José 'Chechu' Biriukov. Carmen era de Bilbao, en concreto de la calle de Las Cortes.
Aquella niña, ya mujer, conoció años más tarde en un club de baile de Moscú a Boris Kharlamov, un tornero que tenía amistad con los vascos que tuvieron que emigrar a la URSS y que acudió a aquel local frecuentado por españoles acompañado de un amigo.
Años más tarde Boris y Begoñita contrajeron matrimonio y de esa unión nació el 14 de enero de 1948 Valeri Borisovich Kharlamov. La madre no tuvo tiempo para llegar al hospital e ironías del destino el pequeño Valery, de tres kilos, nació en el coche en el que acudían al centro sanitario. Boris Kharlamov paró su coche y levantó las sospechas de la policía. Cuando se acercaron los agentes Boris les explicó la situación en el que se encontraban y les dijo que había sido padre de un niño. «Se va a llamar Valery en honor a Valery Chkalov», les espetó Boris a los guardias. Chkalov era un aviador de la Gran Guerra y un héroe soviético que peleó contra el nazismo.
Los coches marcaron la vida de Kharlamov ya que en 1976 sufrió un accidente que le produjo una lesión muy grave y el 27 de agosto de 1981, hace casi 30 años, Kharlamov falleció junto a su esposa, en la autopista que une Moscú con San Petersburgo. Pocos se imaginaban que aquel bebé sería el deportista más brillante y célebre de la Unión Soviética en los años 70 por encima de grandes ídolos como Sergey Belov o Vasili Aleixeiev.
«El amor que profesaba por su hijo era increíble. Valery era su vida. Cuando se casó se fue alejando de la comunidad de exiliados a Rusia y no pudo regresar a España como hice yo. A nosotros el Real Madrid nos ayudó un montón» comentó Clara Agirregabiria, compañera de su madre.
Aquel fatídico accidente de 1981 no se llevó sólo a Valeri Kharlamov y a su esposa Irina. Su madre murió de pena pocos años después. Kharlamov tuvo un único hijo que se llama Alexander y también jugó al hockey e incluso llegó a jugar en la NHL.
«Todos los niños querían ser Kharlamov. Su popularidad en Rusia era equiparable a la de Pelé en Brasil», asegura Chechu Biriukov, quien conoció en persona al jugador de hockey y al que profesa una gran admiración como todos los rusos. «En Rusia todos hemos jugado al hockey, es nuestro deporte rey emparejado o superando al fútbol y Kharlamov era no sólo el mejor del mundo, sino que para mí ha sido el mejor jugador de hockey de la historia por encima de las estrellas de la NHL. Más brillante no se podía ser, era talento puro...». Placa conmemorativa en el lugar donde perdió la vida. |
Muchos medios y especialistas rusos aseguraban que Kharlamov jugaba con el talento ruso y la pasión de los vascos. Esa conjunción le hizo llegar al cielo ya que se salía del estereotipo de jugador soviético robotizado en el juego. El famoso y célebre compositor Dimitri Shostakovich dijo una vez de Kharlamov: «¡Qué talento más asombroso, qué conjunción de la idea y del movimiento, qué brillante de joyería entre brillantes de cristalero!». Jugaba en la posición de ala izquierda. Su juego combinada velocidad, aceleración, buen manejo del stick y una gran creatividad. Sus movimientos eran tan impredecibles que provocaban un permanente desequilibrio en la defensa rival.
Fue el primer deportista soviético en recibir una oferta millonaria para convertirse en profesional. 1.200.000 dólares por firmar con los Philadelphia Flyers. «Los jugadores soviéticos no podemos abandonar nuestros clubes», afirmaba Kharlamov en los JJOO de Innsbruck de 1976. Tampoco le atraía mucho la idea. «El hockey hielo americano es brutal, demasiado violento», decía mientras enseñaba su cuerpo magullado y herido por las acciones antideportivas de los jugadores americanos que, impotentes, no podían para sus acometidas.
No hablaba castellano y tenía un carácter tranquilo, introvertido y jamás se manifestaba en las reuniones tácticas del equipo. Él lo hacía sobre el hielo. La ayuda que prestaba a sus compañeros durante los encuentros era su principal cualidad, era un asistente nato. Durante los partidos ni gritaba, ni se desesperaba, pero sabía añadir a su juego una dureza que le hacía visitar a menudo la 'prisión' de las pistas, expulsado por dos minutos.
Era hijo único y retraído. Su gran calidad como jugador le permitía ser un privilegiado dentro de la Unión Soviética. Poseía un lujoso coche 'Volga' sport.
Fue enterrado en el Cementerio Novokuntsevskoe de la capital rusa.
Su fama traspasó fronteras. En Estados Unidos y en Canadá, por ejemplo, tenía una popularidad increíble. Hoy en día la imagen de Bobby Clarke lesionándole en las Summit Series de 1972 es considerada incluso una deshonra para los canadienses. La brutalidad e impotencia de los Flyers ante el CSKA en 1976 y la agresión de Ed Van Impe a Kharlamov no hacen más que engrandecer su imagen en todo el mundo. En youtube se pueden ver las dos brutales agresiones que sufrió Kharlamov por parte de sus rivales. En la Unión Soviética era un héroe nacional y un ídolo de la juventud.
Moneda de 2 rublos emitida por el Banco de Rusia con su efigie en el reverso. |
Tras su muerte el CSKA decidió retirar la camiseta número 17 y reservarla hasta que su hijo Alexander tuviera edad suficiente para vestirla y honrar la memoria de su padre. Según se cuenta la presión y expectativas que el número generaba hicieron que Alexander decidiese cambiar al número 22 aunque con el tiempo terminó vistiendo el 17 en el CSKA antes de partir a la NHL, un número especial tanto en el equipo moscovita como en la selección rusa. Hoy en día la memoria de Kharlamov sigue viva en el mundo del hockey sobre hielo ruso en forma del Trofeo Kharlamov, presentado en 2002, que se entrega al mejor jugador ruso participante en la NHL y la Copa Kharlamov, el nombre que recibe el trofeo que se otorga al ganador de la Liga Juvenil de Hockey sobre Hielo rusa.
En 2005 fue incluido póstumamente en el Salón de la Fama del Hockey sobre hielo de Toronto, siendo el tercer soviético que lo conseguía tras Vladislav Tretiak y Viacheslav Fetísov.
En 2008 la Federación Internacional le eligió como uno de los integrantes del llamado Equipo del Centenario, una selección hecha por 56 expertos de 16 países y donde están los seis mejores jugadores de la historia junto a Vladislav Tretiak, Vuacheslav Fetisov, Sergei Makarov, Borje Salming y Wayne Gretzky.
En 2008 la Federación Internacional le eligió como uno de los integrantes del llamado Equipo del Centenario, una selección hecha por 56 expertos de 16 países y donde están los seis mejores jugadores de la historia junto a Vladislav Tretiak, Vuacheslav Fetisov, Sergei Makarov, Borje Salming y Wayne Gretzky.
Su vida fue llevada a la gran pantalla en el año 2013, en la coproducción ruso-española "Leyenda nº 17", donde lo interpretó uno de los jóvenes talentos del cine ruso Danila Kozlovsky. Se dice que esta película es una de las favoritas de Vladímir Putin, el cual es jugador de hockey aficionado.
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