miércoles, 27 de junio de 2018

España-URSS. Fútbol y Guerra Fría


Rusia será el rival de España en los octavos de final de este Mundial de fútbol. Se prevé gran expectación pues es un partido eliminatorio a lo que hay que añadir las presiones sobre ambos equipos. A Rusia por ser la anfitriona y haber puesto altas las expectativas tras una fase de grupos satisfactoria y a España por llevar el titulo de campeona y haberse clasificado primera, no sin dificultades, para los octavos. Pero hubo un pasado en el que las presiones sobre estos equipos no venían solo de lo meramente deportivo. También de la política. Era la década de los 60, plena guerra fría y se iban a enfrentar como solo podría ocurrir en una película de ficción o humor no una, sino dos veces los dos países europeos que representaban las ideologías políticas más opuestas entre sí: el fascismo/capitalismo español y el comunismo soviético.


La final de la Copa Europea de Naciones en Madrid, el 17 de junio de 1964.



Los cuartos de final de 1960


Corría el año 1960. La primera edición de la Copa Europea de Naciones (así se llamaba entonces la Eurocopa) estuvo marcada por los enfrentamientos políticos entre los países a ambos lados del telón de acero. España contaba con un equipo fuerte y la selección soviética también se encontraba en su apogeo. Pero la suerte jugó una mala pasada a los españoles: el sorteo emparejó a España con la URSS en cuartos de final. Según el calendario acordado por ambas delegaciones, el partido de ida tendría que disputarse el 29 de mayo en el estadio Lenin de Moscú, y el de vuelta el 9 de junio en el Santiago Bernabéu de Madrid.

El 24 de mayo el equipo español se encontraba camino del aeropuerto, cuando le llegó la aplastante noticia de que no iba a haber ningún partido entre España y la URSS. Aquel día el Consejo de Ministros decretó: “La Federación Española de Fútbol ha comunicado a la FIFA que quedan suspendidos los encuentros de fútbol entre las selecciones nacionales de España y de la URSS para la Copa de Europa de Naciones”.

Sin más explicaciones en la prensa española, ni por parte del gobierno, la selección tuvo que volver a casa a deshacer las maletas.

En el libro "Que vienen los rusos" Ramón Ramos investiga la historia de aquel partido anulado. Según el autor, todo empezó en 1958, cuando la Federación consultó al gobierno de Franco si se podía inscribir al equipo en la primera competición continental por selecciones. La respuesta del dictador fue que sí, siempre y cuando no hubiera posibilidad de cruzarse con la URSS… Pero finalmente se cruzaron.

La noticia provocó un escándalo en Europa. Franco, que no soportaba la idea de que los soviéticos llevasen su bandera y su himno nacional al Bernabéu, intentó buscar una solución y propuso que los dos partidos de la eliminatoria se jugasen en territorio neutral. Pero la URSS se negó a aceptar el trato humillante y España se quedó fuera de la primera Eurocopa.

El diario Pravda culminó así su relato de lo sucedido: “El régimen fascista español tenía miedo al equipo del proletariado soviético”.

Con la ausencia de España, la URSS acabó ganando el campeonato. Tres años después, en 1963 Lev Yashin, conocido como “la araña negra”, recibió su Balón de Oro y se convirtió así en el único portero del mundo que consiguiera este premio.

Tanto los jugadores como la mayoría de expertos aseguraron que España tenía equipo para alzarse con toda probabilidad con la victoria del campeonato.

La mítica final España-URSS


A pesar del ridículo de 1960, Franco empezaba a interesarse cada día más por el fútbol (en gran parte, gracias al éxito del Real Madrid). En 1964 se celebró el 25º aniversario del fin de la Guerra Civil. Bajo el lema “XXV años de paz”, Franco procuraba crear una nueva imagen de España como un país aperturista. Entre otras cosas, quiso mejorar la imagen del fútbol español y conseguir que la final de la Copa Europea de Naciones de 1964 se celebrase en España.

Efectivamente, el morbo estaba servido. La ironía del destino volvió a enfrentar a los dos equipos. Cuatro años después de la renuncia, España debía enfrentarse a la URSS. Y en casa, en Madrid. Ahora no se podía suspender el partido. Varias voces aseguran que Franco se lo volvió a plantear, que volvió a sondear la posibilidad de no jugar y que fue el Ministro Secretario General del Movimiento, José Solís, quien le quitó la idea de la cabeza.

Vista su actitud posterior, y habida cuenta de que recientemente se habían restablecido las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética, sobre todo por motivos comerciales, es difícil de creer. Lo que sí es cierto es que hubo ciertas presiones por parte de los más reaccionarios del gabinete para que el partido no se disputara, porque era "una indignidad enfrentarse al enemigo comunista". Pero apenas tuvieron importancia.

Franco lo dejó claro a la hora de disputarse el partido. Las dudas previas eran inmensas. ¿Sonaría el himno soviético? ¿Ondearía la bandera de la hoz y el martillo durante el mismo? ¿Asistiría Franco al palco, sabiendo que si vencía la URSS debería entregarle la Copa al capitán soviético? La respuesta a todas ellas fue positiva. El protocolo fue el habitual. Con el jefe de Estado en el palco, sonaron los himnos oficiales y ondearon las dos banderas. Nada extraño. Toda una lección. Esta vez sí.

Tras lograr el objetivo, decidió asistir a la final, en compañía de su esposa, pese a los miedos de tener que entregar el trofeo a la selección soviética. Se rumoreaba en los medios españoles que ante ese miedo de Franco un alto cargo del gobierno propuso drogar a la selección soviética, pero afortunadamente el plan no recibió apoyos.

Cien mil espectadores del Bernabéu siguieron con atenicón el gol de Pereda que llegó a los pocos minutos del comienzo del juego y al que Jusaínov respondió casi inmediatamente con otro ataque a la portería española. Se respiraba mucha tensión y preocupación en el Bernabéu hasta que llegó el desempate, gracias al famoso remate de cabeza de Marcelino.

Era el gol más importante en la historia del fútbol español. Y lo siguió siendo hasta hace apenas unos años. No obstante, la polémica acompañó a la jugada durante mucho tiempo. Demasiado. Por razones técnicas, el No-Do publicó unas imágenes en las que el asistente del tanto no era Pereda, sino Amancio. No fue hasta 2007 cuando TVE subsanó el error sacando a la luz las imágenes reales tomadas de la televisión alemana (en otras fuentes dicen que son de la televisión rusa) con las voces originales del No-Do:



El gol reconstruido tal y como fue:



"España ha ganado el trofeo, pero suponemos que ha ganado también para el mundo otro partido, como es el de la interpretación de nuestros pasos y nuestra vida en cada instante", señalaban las crónicas del día siguiente, que se dedicaron a llevar la victoria de la selección española a terrenos mucho más elevados que el fútbol. Como había hecho la URSS cuatro años antes.

España ganó aquella final. Se cerraron las viejas heridas, pero no se olvidó el partido de la primera Eurocopa que España no llegó a disputar.

viernes, 22 de junio de 2018

"El Canto del Cosaco" de José de Espronceda

                           
Cosacos zaporogos escribiendo una carta al sultán. Iliá Repin.
 


El Canto del Cosaco

                                                                                                 
                                                                                                  
                                                                                                      Donde sienta mi caballo los pies 
                                                                                                             no vuelve a nacer la hierba.
                                                                                                                             
                                                                                                                             Palabras de Atila

   

CORO

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


¡Hurra! ¡a caballo, hijos de la niebla!
Suelta la rienda, a combatir volad:
¿veis esas tierras fértiles?, las puebla
gente opulenta, afeminada ya.
Casas, palacios, campos y jardines,
todo es hermoso y refulgente allí:
son sus hembras celestes serafines,
su sol alumbra un cielo de zafir.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


Nuestros sean su oro y sus placeres,
gocemos de ese campo y ese sol;
son sus soldados menos que mujeres,
sus reyes viles mercaderes son.
Vedlos huir para esconder su oro,
vedlos cobardes lágrimas verter...
¡Hurra! volad: sus cuerpos, su tesoro
huellen nuestros caballos con sus pies.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


Dictará allí nuestro capricho leyes,
nuestras casas alcázares serán,
los cetros y coronas de los reyes
cual juguetes de niños rodarán.
¡Hurra! ¡volad! a hartar nuestros deseos:
las más hermosas nos darán su amor,
y no hallarán nuestros semblantes feos,
que siempre brilla hermoso el vencedor.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


Desgarraremos la vencida Europa
cual tigres que devoran su ración;
en sangre empaparemos nuestra ropa
cual rojo manto de imperial señor.
Nuestros nobles caballos relinchando
regias habitaciones morarán;
cien esclavos, sus frentes inclinando,
al mover nuestros ojos temblarán.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


Venid, volad, guerreros del desierto,
como nubes en negra confusión,
todos suelto el bridón, el ojo incierto,
todos atropellándose en montón.
Id en la espesa niebla confundidos,
cual tromba que arrebata el huracán,
cual témpanos de hielo endurecidos
por entre rocas despeñados van.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


Nuestros padres un tiempo caminaron
hasta llegar a una imperial ciudad;
un sol más puro es fama que encontraron,
y palacios de oro y de cristal.
Vadearon el Tibre sus bridones,
yerta a sus pies la tierra enmudeció;
su sueño con fantásticas canciones
la fada de los triunfos arrulló.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


¡Qué! ¿No sentís la lanza estremecerse,
hambrienta en vuestras manos de matar?
¿No veis entre la niebla aparecerse
visiones mil que el parabién nos dan?
Escudo de esas míseras naciones
era ese muro que abatido fue;
la gloria de Polonia y sus blasones
en humo y sangre convertidos ved.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


¿Quién en dolor trocó sus alegrías?
¿Quién sus hijos triunfante encadenó?
¿Quién puso fin a sus gloriosos días?
¿Quién en su propia sangre los ahogó?
¡Hurra, cosacos! ¡gloria al más valiente!
Esos hombres de Europa nos verán:
¡Hurra! nuestros caballos en su frente
hondas sus herraduras marcarán.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


A cada bote de la lanza ruda,
a cada escape en la abrasada lid,
la sangrienta ración de carne cruda
bajo la silla sentiréis hervir.
Y allá después en templos suntüosos,
sirviéndonos de mesa algún altar,
nuestra sed calmarán vinos sabrosos,
hartará nuestra hambre blanco pan.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín.


Y nuestras madres nos verán triunfantes,
y a esa caduca Europa a nuestros pies,
y acudirán de gozo palpitantes
en cada hijo a contemplar un rey.
Nuestros hijos sabrán nuestras acciones,
las coronas de Europa heredarán,
y a conquistar también otras regiones
el caballo y la lanza aprestarán.

¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra!
La Europa os brinda espléndido botín:
sangrienta charca sus campiñas sean,
de los grajos su ejército festín. 

José de Espronceda (1808-1842)


jueves, 21 de junio de 2018

David Villa, el bisnieto de "Trotski"


David Villa con el uniforme de la selección española


Quién le iba a decir a Trotski que le saldría un bisnieto futbolista. Quién le iba a decir a Trotski que un bisnieto suyo viviría en Barcelona, en un majestuoso ático de Pedralbes, que ganaría siete millones de euros al año, que se vestiría en las mejores tiendas de confección, que posaría como modelo de publicidad, que un día se convertiría en el mayor goleador en la historia de la selección española, que sería campeón del mundo. Y, sobre todo, quién le iba a decir a Trotski que, pese a todo lo anterior, su bisnieto David seguiría siendo un tipo casero, familiar y pacífico, un chico del pueblo que aún disfruta con la fabada de su madre, que cuida a los amigos de la infancia y que no olvida sus raíces asturianas.

Trotski se llamaba en realidad Vicente Martínez Amores y fue una leyenda en la cuenca del Nalón. Enjuto, comunista, picador de mina e indomable, pasó cinco años castigado en el protectorado español de Marruecos por negarse a hacer el servicio militar en 1917. Luego regresó a Tuilla y se casó con una moza del pueblo, Carolina, aunque sus vecinos comprobaron enseguida que los calores africanos no lo habían reblandecido: a sus primeros cuatro hijos los llamó Libertad, Lenin, Stalin y Trotski. Más tarde estalló la Guerra Civil, vencieron los franquistas y aquellos niños de épicos nombres bolcheviques tuvieron que pasar por la pila bautismal. La Iglesia católica los acogió en su seno, aunque oportunamente reconvertidos en Carmen, Vicente, Laudino y José María.

El indómito Trotski se murió en 1980, un año antes de que naciera David Villa Sánchez, nieto de su hija Carmen/Libertad.

Villa en su etapa como jugador del Valencia C.F.


sábado, 9 de junio de 2018

Borís I, Rey de Andorra

Borís Mijáilovich Skósyrev Mavrusov (en ruso: Борис Михайлович Скосырев; Vilna, 12 de enero de 1896-Boppard, 27 de febrero de 1989) fue un aventurero ruso, que fue proclamado por el Consejo General de los Valles rey de Andorra, cargo que ostentó del 8 al 21 de julio de 1934 como Borís I.

Borís Skósyrev



Vida y orígenes


Borís Skósyrev pertenecía a una familia de la pequeña nobleza bielorrusa, que se había distinguido en los ejércitos del zar.

Se tienen pocas noticias de su vida aventurera antes de su llegada a Andorra. Al estallar la Revolución rusa de 1917, buscó asilo político en el Reino Unido, donde se enroló durante dos años en la Armada británica. Posteriormente prestó sus servicios al Foreign Office en diversas misiones, más o menos secretas, que lo llevaron a Siberia, Japón y Estados Unidos. Su personalidad, empatía y facilidad de idiomas le hicieron ganar una gran simpatía entre las personas.

En 1925 renunció a su trabajo de espía y, provisto de un pasaporte Nansen -el que se entregaba a los apátridas- se traslada a los Países Bajos, donde se desconocen sus actividades durante unos años.

Años más tarde, Borís pretendía haber trabajado al servicio de la Casa Real -sin especificar el cargo- y aseguraba haber sido recompensado por S.M la Reina Guillermina I con el título, parece ser que inventado por él mismo, de conde de Orange.

Se casó con una marsellesa acaudalada, María Luísa Parat, el 21 de marzo de 1931. En su acta de matrimonio, suprimió una ‘s’ y cambió la ‘v’ por una ‘w’: Skosyrew, declarándose hijo de Michel de Skosyrew y de Elisabeth Mawrusow. La novia estaba divorciada de un sastre y era diez años mayor que Borís, hecho que quizás influyó para que Borís se alejase rápidamente de su esposa y, enamorado de una bella adolescente inglesa, entrase por primera vez en Andorra.


Primera estancia en Andorra


Se estableció en la población de Santa Coloma, próxima a San Julián de Loria, en una casa que aún se conserva y es conocida como la “casa de los rusos”, llamada así por este mismo personaje y por otro ruso que también estuvo y que, según dicen, introdujo el primer cultivo de tabaco en Andorra.

Borís, en contacto con la realidad andorrana, comenzó a tramar su plan. Mantuvo largas conversaciones con campesinos, artesanos y responsables de la política andorrana. Pronto se dio cuenta que la revuelta juvenil ocurrida unos meses antes de su llegada, podía acoger favorablemente sus ideas progresistas que garantizasen una mejora del nivel de vida.

El 17 de mayo de 1934, Borís presentó un documento al Síndico y otros consejeros generales de Andorra donde justificaba sus intenciones, aunque la respuesta recibida fue muy adversa:

Que no se inmiscuya en asuntos políticos de los Valles, que en caso de reincidencia este se reserva el derecho de elevar quejas a la Autoridad competente para que le apliquen las sanciones que será merecedor el citado recurrente.
Consejo General

El 22 de mayo recibió la orden fulminante de expulsión del territorio andorrano, decretada por el administrador de justicia francés y firmada también por su homólogo episcopal.


Exilio en la Seo de Urgel


Borís se exilió en la Seo de Urgel, instalándose en el Hotel Mundial, donde comenzó a comportarse como un auténtico monarca e inició una fuerte campaña de marketing que atrajo el interés de la prensa. Concedió numerosas entrevistas a los medios que fueron a visitarle e, incluso, algunas entrevistas telefónicas a los diarios The Times y The Daily Herald.

Del 29 de mayo al 5 de julio se trasladó a Torredembarra, donde proyectó una nueva ofensiva. En una entrevista al diario madrileño Ahora confesaba que “no tengo ningún derecho histórico para mi pretensión. Lo hago únicamente como caballero para entender que defiendo los derechos de los españoles que residen en Andorra y son vejados por la República vecina“.

Borís se puso en contacto con diversas agrupaciones legitimistas del sur de Francia. En Perpiñán consiguió hacer llegar sus planes al representante del duque de Guisa Juan de Orleans, pretendiente al trono de Francia. Su argumentación se basaba en que los jefes de Estado francés continuaban teniendo los derechos y funciones de los copríncipes de Andorra, dominio privado de la Casa de Orleans, como heredera legítima de la dinastía de Foix.

Los legitimistas franceses se hicieron eco de la pretensión en sus boletines. Mientras tanto, el duque de Guisa, expectante, no se pronunció, esperando el desarrollo de los acontecimientos. Pero Borís ya se proclamaba, sin ninguna indiferencia, lugarteniente del rey de Francia. 



Skósyrev concedió visitas, hizo recepciones oficiales y organizó numerosos actos como una misa por el presidente de la Generalidad, Francesc Macià, muerto el invierno anterior, o sesiones fotográficas para hacer postales monárquicas y escribió en sus borradores para el Boletín Oficial del renovado Principado:

Su Alteza el Príncipe ha concedido entrevistas al diario La Nación, de Buenos Aires, y Ahora, de Madrid. Con la asistencia de Su Alteza el Príncipe, se celebrará una misa para el descanso del alma de Ermesenda de Castellbò, condesa de Foix. Las honorables corporaciones del país estarán representadas en el acto.


El pretendiente al trono también hizo imprimir unos folletos que decían:

Su Alteza Real el duque de Guisa pide a los tribunales que le sean restituidos los bienes y derechos situados fuera de Francia que le fueron legados por sus antecesores, como herederos de los condes de Foix y de Bearn, príncipes de Andorra. Los andorranos se sienten administrados contra su voluntad por el señor Lebrun, presidente de la República francesa, que se hace decir copríncipe y no es el heredero de la Corona de Francia.

Se redacta una innovadora Carta Constitucional andorrana que modificaba sustancialmente el sistema político andorrano tradicional. El Coprincipado tendría libertades, modernización, inversiones extranjeras y el reconocimiento de paraíso fiscal. Borís I imprimió 10 000 ejemplares de su Constitución y los transmitió a personalidades españolas y francesas. Uno de estos, que fue a parar a las manos del obispo de Urgel, monseñor Justí Guitart i Vilardebó, desencadenó las hostilidades por parte del prelado, que desautorizó totalmente al pretendiente en unas declaraciones en la prensa leridana, donde decía que los únicos copríncipes de Andorra eran él y el presidente de la República Francesa.

Reinado de Borís I


El domingo 7 de julio de 1934, el Síndico General de los Valles de Andorra convocó al Consejo General en la Casa de la Vall.

El Síndico abrió la sesión y pasó a exponer el asunto. Borís Skósyrev, un ruso exiliado que visitaba con frecuencia el país andorrano y se proclamaba Conde de Orange se había entrevistado con él para proponerle un revolucionario cambio de las estructuras económicas del Principado. A semejanza de lo que había ocurrido en Mónaco, Liechtenstein o Luxemburgo -los restantes principados europeos, además de paraísos fiscales donde los impuestos eran casi inexistentes o sensiblemente reducidos- el forastero se comprometía convertir Andorra en uno de los centros empresariales más importantes del mundo, donde bancos, entidades financieras y compañías internacionales, no tardarían en instalar su domicilio social, aprovechándose del régimen fiscal.

A cambio de asegurar la prosperidad y el bienestar del pueblo andorrano, Skósyrev pidió una recompensa: que el Consejo General lo proclamase príncipe de Andorra. La propuesta casi tuvo la totalidad de la adhesión excepto la del representante de Encamp. Con sólo un consejero en contra de veinticuatro que formaban el Consejo, la monarquía quedó instituida. 

Bandera de Andorra durante el reinado de Borís I


Acompañado de un fiel grupo de colaboradores, entre los cuales estaban su joven amante inglesa, la millonaria norteamericana Florence Mazmon y el consejero Pere Torras Ribas, el candidato al trono andorrano se estableció en la Fonda Calons de Sant Julià de Lòria.

Asimismo, el 8 de julio de 1934 el consejero contrario a este nombramiento comunicó al obispo de Urgel toda la trama con detalle. Paralelamente, ese mismo día, Francia comunicó oficialmente que no intervendría en Andorra, dejando todas las decisiones al Consejo General y considerando válida la monarquía de Borís I, si se aprobaba y el Consejo de Ministros español debatió el tema para aclarar el asunto andorrano.

El 10 de julio, en una nueva votación del Consejo, la adhesión monárquica se repetía con idéntico resultado: 23 a 1, y el 17 de julio se publicó en el Boletín del Gobierno Provisional de Andorra la Constitución del Estado Libre de Andorra, decretándose el sufragio universal y la absoluta libertad política, religiosa y de imprenta. Al mismo tiempo, mediante decreto, disolvió el Consell General, otorgó una amnistía y convocó elecciones para el 1 de agosto.

Caricatura de Borís en O Diabo


En un encuentro con periodistas, Skósyrev afirmó que tenía preparada la lista de su gobierno provisional y el plan que debía impulsar su nuevo reino:

Protección al necesitado, educación universal y deporte, mucho deporte. Pero nada de juegos prohibidos.


Detención y exilio definitivo


El 21 de julio de 1934 cinco guardias civiles siguiendo instrucciones del obispo de Urgel, que había denunciado el acuerdo del 8 de julio anterior ante el gobierno de la República Española, penetraron en la capital del país. Allí, los cuatro guardias civiles y el sargento detuvieron al rey Borís I y lo trasladaron a la frontera hispano-andorrana. Sus súbditos no hicieron nada por impedirlo, viendo marchar a su jefe de Estado detenido hacia la Seo de Urgel y esposado. A la mañana siguiente fue trasladado a Barcelona y puesto a disposición del juez Bellón, encargado de los casos relacionados con la Ley de Vagos y Maleantes. Este mismo juez fue quien comprobó que Borís I, era el mismo que había sido expulsado de Mallorca en 1932 cuando vivía con una millonaria inglesa.

El diario ABC se hizo eco de su sentencia:





El 23 de julio fue trasladado en tren hacia Madrid, acompañado de dos agentes que lo vigilaban en un vagón de tercera. Esto no impidió que su llegada a la capital Española despertase una enorme expectación, haciendo que los periodistas congregados se peleasen literalmente para hablar con él y entrevistarlo para sus rotativos. En Madrid ingresó en la Cárcel Modelo, pero continuó adoptando la actitud de monarca en el exilio. Poco después, sin haber cometido ningún delito en España, fue expulsado a Portugal, viajando durante cuatro años por Lisboa, Tánger y Gibraltar.

En 1938 las autoridades francesas le permitieron volver a Aix-en-Provence, donde se reunió con su primera esposa y en febrero de 1939, Borís Skósyrev fue recluido en un campo de internamiento francés junto con antifranquistas españoles, antifascistas italianos y centroeuropeos de las regiones ocupadas por el III Reich antes de la Segunda Guerra Mundial, aunque se desconoce la razón y cargos que se le imputan. 

En 1943 fue capturado por los nazis, volviéndose eventualmente un agente especial (sonderführer) en la frontera este. En 1945 fue capturado por el ejército estadounidense, pero fue posteriormente liberado al no ser alemán ni nazi, por lo que se va a vivir a Boppard en Alemania, donde residía su esposa desde 1944.

En 1948 fue capturado por los soviéticos en Eisenach, ciudad alemana controlada por ellos. Fue juzgado y enviado a Siberia. En 1956 es liberado y regresa a Boppard, donde reside hasta fallecer el 27 de febrero de 1989.

Borís con el uniforme del ejército alemán