David Villa con el uniforme de la selección española |
Quién le iba a decir a Trotski que le saldría un bisnieto futbolista. Quién le iba a decir a Trotski que un bisnieto suyo viviría en Barcelona, en un majestuoso ático de Pedralbes, que ganaría siete millones de euros al año, que se vestiría en las mejores tiendas de confección, que posaría como modelo de publicidad, que un día se convertiría en el mayor goleador en la historia de la selección española, que sería campeón del mundo. Y, sobre todo, quién le iba a decir a Trotski que, pese a todo lo anterior, su bisnieto David seguiría siendo un tipo casero, familiar y pacífico, un chico del pueblo que aún disfruta con la fabada de su madre, que cuida a los amigos de la infancia y que no olvida sus raíces asturianas.
Trotski se llamaba en realidad Vicente Martínez Amores y fue una leyenda en la cuenca del Nalón. Enjuto, comunista, picador de mina e indomable, pasó cinco años castigado en el protectorado español de Marruecos por negarse a hacer el servicio militar en 1917. Luego regresó a Tuilla y se casó con una moza del pueblo, Carolina, aunque sus vecinos comprobaron enseguida que los calores africanos no lo habían reblandecido: a sus primeros cuatro hijos los llamó Libertad, Lenin, Stalin y Trotski. Más tarde estalló la Guerra Civil, vencieron los franquistas y aquellos niños de épicos nombres bolcheviques tuvieron que pasar por la pila bautismal. La Iglesia católica los acogió en su seno, aunque oportunamente reconvertidos en Carmen, Vicente, Laudino y José María.
El indómito Trotski se murió en 1980, un año antes de que naciera David Villa Sánchez, nieto de su hija Carmen/Libertad.
Villa en su etapa como jugador del Valencia C.F. |
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